jueves, 4 de febrero de 2021

TRES MESES

 

 

TRES MESES. La primera trilogía de meses sin mi amada esposa Silvana. 90 días de su dura ausencia física. Y para ser sinceros, nunca quise escribir de este tema aquí en el blog, porque por un lado, desde hace un buen tiempo, este blog lo tengo en una especie de piloto automático, ya que no he venido realizando nuevas publicaciones y solo he posteado actualizaciones de posts anteriormente publicados. Además, ya nadie comenta aquí y francamente, escribir un post amplio en el cual abra abiertamente mi corazón, equivaldría a hablar con una pared. Incluso en el último post del 2020, señalé de manera expresa el hecho del fallecimiento de mi esposa el pasado 4 de noviembre, y nadie, repito, NADIE, dejó comentario alguno. Ahora que han transcurrido los primeros tres meses de su partida al reino espiritual, de manera espontánea y no planificada, quise escribir este post, que no será largo para no aburrir a nadie, pero que para mí será más que suficiente para recordar a quien fue la persona más importante en mis 58 años de vida. Nadie llenó totalmente mi vida como ella lo hizo, con su amor, su entrega, su compromiso, su lealtad y su innato encanto con su inseparable sonrisa.

 

Todos los 7 de Junio de cada año, actualizo siempre el post que dediqué al día que nos casamos por civil, en el que fue, sin ningún tipo de duda, el momento más feliz de toda mi existencia. Y dudo que de aquí en adelante, en los años que el de arriba decida que este servidor ocupe en esta vida terrenal, que haya otro momento que lo supere. Pero fuera de eso, nunca he posteado sobre mi matrimonio, ya que no soy de los que le guste ventilar su vida privada y personal. Respeto a los que decidan eso, pero eso no va conmigo. Pero siempre, en determinadas fechas, no dudaba en expresar el gran amor que le tenía, a través de publicaciones en mi muro de Facebook. Específicamente, en tres fechas: 21 de Abril, ya que en esa fecha, en el año 2001, nos conocimos y fue un muy bonito momento; 12 de Mayo del 2001, porque ese día fue el inicio de nuestra relación sentimental; y 7 de Junio del 2002, fecha en que nos casamos por civil. A lo largo de todos estos años, no me guardaba nada para compartir mi felicidad de estar a su lado, y proclamar a los cuatro vientos, sentirme una persona felizmente casada. Fueron las fechas más importantes en nuestro calendario mutuo, y lo seguirán siendo hasta el día que deje este mundo.

 

Esta primera trilogía de meses sin ella, ha sido muy, pero muy dura. No estaba preparado para esto, porque como yo siempre lo decía, si algunos de los dos se iba a ir primero, ese debía ser yo, porque no podría vivir sin ella. Y la vida me ha empujado contra la pared y me ha puesto de narices ante este titánico desafío: aprender a vivir físicamente sin ella. Y digo, físicamente, porque a nivel espiritual, la tengo presente cada día de mi vida. No hay día en que no converse con ella, y siempre me dirijo a ella en su urnita. No tengo la menor duda, que ella está en un mundo mucho mejor, en donde no hay dolor ni experiencias negativas, un lugar donde la felicidad es divina y el goce debe ser indescriptible. Además, si a ello, le agrego el hecho de haberse reencontrado con sus padres –sobre todo, con su mama, luego de 25 años, y a quien tanto adoraba-, de solo pensarlo, me emociona tremendamente. Ella está en otra dimensión, en donde no hay el tiempo ni el espacio que manejamos aquí en esta vida terrenal, y sobre todo, en un plano energético distinto. Yo sí creo mucho en esas cosas y elijo creer, porque saber que está disfrutando y compartiendo tanto amor allá en el reino espiritual, me da fuerzas para no derrumbarme ni dejarme estar, sino por lo contrario, tener la fuerza de voluntad para seguir adelante y llegar al punto en el que recordarla y pensar en ella, ya no sea hecho con dolor o pena, sino con algo de melancolía, un poco de nostalgia, pero sobre todo, con una sonrisa sabiendo lo maravilloso que tuvimos, y con la absoluta certeza de saber que algún día me reencontraré con ella, para no separarnos jamás. Y esa es la promesa que le hago a ella: tener la voluntad para salir adelante y vivir con paz y tranquilidad lo que Dios disponga, y siempre honrando su memoria.

 

Para culminar con este improvisado post, ¿Qué podría decir de ella, mi amada esposa? Además de que fue el único y verdadero amor de mi vida, puedo decir que ella fue una maravillosa hija con sus padres, de quienes se hizo cargo con mucho amor, entrega y dedicación; fue una abnegada, excelente, dedicada y devota madre para su hijo David, quien siempre su mayor orgullo y su debilidad total, y por supuesto, fue la mejor esposa del mundo, y entre nosotros siempre hubo una total e inmaculada confianza entre ambos. Ambos sabíamos que jamás arriesgaríamos lo tan maravilloso que teníamos por algunos segundos o minutos de debilidad. Y nunca dimos por sentado el gran amor que nos teníamos, y nunca dejaba de expresarle cada día lo mucho que la amaba. Pero además, puedo agregar que fue una gran y leal compañera de trabajo, quien dedicó 40 años de su vida al Banco donde laboró. Ella entró en Mayo de 1980 al Banco de Lima, y luego por la fusión que hubo a fines de los 90’s, pasó al Wiese Sudameris, y finalmente, en el Scotiabank. Pasó por diferentes áreas y secciones, y siempre fue muy reconocida, apreciada y muy querida por sus innumerables compañeros de trabajo e incluso por sus jefes. Incluso cuando ella partió en noviembre el año pasado, el Banco Scotiabank publicó un aviso de defunción, en donde el Directorio, la Gerencia General y todos los colaboradores del banco, expresaron sus condolencias. Como me comentó su Jefe y más de una persona en el Banco, así nomás, el Banco no publicaba un aviso de defunción de este tipo por cualquier colaborador del Banco. Ello reflejó la enorme valoración, consideración y reconocimiento a su siempre eficiente trabajo. Y por último, fue una amiga maravillosa, confiable y solidaria para toda persona que tuvo la oportunidad de conocerla y contar con su amistad. Fue una persona sencilla, transparente, auténtica, noble y muy amorosa, pero también, con mucho temple y carácter, que no se dejaba pisotear por nadie y no permitía ningún tipo de falta de respeto.

 

Tres meses después de su partida física, siempre la llevo en mi corazón y el recuerdo de lo hermoso que tuvimos permanecerá de manera imperecedera dentro de mí. Y por supuesto, soy y seré totalmente agradecido por los 18 años, 4 meses y 28 días de matrimonio a su lado. Ya algún nos volveremos a encontrar, no tengo la menor duda de ello.