
Dos años atrás, en 1973, al hincha peruano le había quedado el enorme sabor amargo de no haber estado presente en el Mundial de Alemania 74, al ser eliminados por Chile. Y por otro lado, de niño recuerdo lo mucho que mi viejo me contaba sobre los campeonatos sudamericanos que se llamaban oficialmente, Campeonato Sudamericano de Selecciones, que ocurrían cada dos años y que se realizaban en un país, que era elegido como sede, y jugaban todos contra todos. Mi padre me contaba que cuando se jugaron los sudamericanos en Lima, siempre iba al estadio y no se perdía los partidos. A partir de 1967, en donde salió campeón Uruguay, hubo una especie de receso y sería recién en 1975 -cuando hubieron cambios en este torneo, comenzando con el nombre-, que pasaría a ser Copa América, la cual se jugaría cada cuatro años. Y también el sistema de todos contra todos fue cambiado por un sistema de tres grupos donde los tres ganadores de cada grupo junto con el campeón anterior se enfrentaban en semifinales, en un sistema de eliminación directa hasta determinar el campeón. Para este sistema, los partidos serían de ida y vuelta, el cual se mantendría hasta 1987. De esta manera, quedó todo listo para la renovada Copa América, y Perú pasó a formar grupo con Chile y Bolivia. En lo personal, luego de la desazón generada por el fracaso peruano en 1973, como que me importaba poco la participación de Perú en este torneo, aunque quedaba el ansia de revancha contra Chile tras la eliminación dos años atrás. Y en esta oportunidad, el técnico era el recordado Marcos Calderón y se había logrado afiatar un equipo que combinaba la experiencia con la juventud. Estaban Cubillas, Sotil, Chumpitaz, Cachito Ramírez –quienes habían estado en México 70- y Julio Meléndez, y por otro lado, gente joven como Oblitas, Cueto y Rubén “Panadero” Díaz.
El primer partido fue ante Chile en Santiago y vaya forma de comenzar la Copa, ante el rival que nos eliminó en 1973 y encima de visita. Me acuerdo que llovió harto y en el primer tiempo del encuentro recuerdo dos cosas: la caída de Velásquez al suelo tras resbalarse con roche y el sonido de la patada que el “Panadero” Díaz le metió a un delantero chileno que hasta se escuchó el grito de dolor del chileno. Y tras recibir un gol en contra, Perú no se amilanó y siguió luchando y en el segundo tiempo comenzó a dominar el partido. Hasta que Percy Rojas se metió entre dos defensas y anotó el empate peruano, que hacía justicia en el marcador. Pero lo imperdonable vino al final del encuentro. En el último minuto, un ataque peruano llegó al área chilena y Cubillas recibió el balón, se llevó al arquero y estaba solo frente al arco y en vez de meter un zapatazo hasta el fondo del arco, quiso acomodarla y la pelota salió ligeramente desviado. Era el triunfo peruano, pero por un error de Cubillas no pudo ser. Pero igual el empate era un buen resultado.
El siguiente partido fue también de visita, esta vez ante Bolivia –quien había vencido 2-1 a Chile de local- en Oruro, cuya altura era mayor que la de La Paz. Si Bolivia ganaba se ponía en la cabeza con 4 puntos –en esa época se daban dos puntos por partido ganado, en vez de tres- y Chile y Perú quedarían con 1 punto. Desafortunadamente ese partido no fue televisado en vivo y en directo, y el resultado me enteré horas después por la radio: Perú había vencido 1-0 con gol de 'Cachito' Ramírez -el verdadero "Cachito"- y con ello lideraba la tabla con 3 puntos, seguido de Bolivia con 2 y Chile con 1. Y los siguientes dos partidos, Perú jugaría de local. Para los partidos de vuelta, Perú goleó 3-1 a Bolivia en Lima, y Chile hizo lo mismo goleando 4-0 a Bolivia.
El último partido sería en Lima, y Perú llegaba con 5 puntos y Chile con 3 y con un empate, Perú clasificaba a semifinales. Y ese primer tiempo del partido entre Perú y Chile quedó para siempre en el recuerdo de la afición futbolera. Perú fue un vendaval y apenas al minuto de juego un centro por la izquierda y Percy Rojas levantó la pierna y abrió el marcador. Como para matar anímicamente a los chilenos desde el saque. Y después llegó el gol de antología de Juan Carlos Oblitas, quien recibió un centro de Percy Rojas, la paró con el muslo, y de media vuelta y en frente de defensas chilenos, venció el arco de Neff. Tanto el estadio como los que veíamos el partido por TV quedamos con un nudo en la garganta por la emoción de haber presenciado un golazo de antología, uno de los mejores que he visto en mi vida. Y faltando poco para terminar el primer tiempo, una jugada enredada en el área chilena, dejó el balón libre para que Cubillas viniera desde atrás y de un pelotazo, inflara las redes y decretara el 3-0. Chile ya estaba liquidado. Ya en el segundo tiempo, Perú se encargó de cuidar el resultado y Chile descontó y finalmente el marcador fue Perú 3, Chile 1. Nos habíamos cobrado la revancha de la derrota dos años atrás y Perú pasaba a semifinales. Y esta vez el rival sería Brasil. Muchos pensábamos que hasta allí nomás llegaría Perú, ya que Brasil era otro lote y nada tendríamos que hacer frente a ellos.
La expectativa fue enorme y creo que aquí radicó la razón del resultado final. Todos creían que Perú se pasearía con Brasil aquí y daban por cantada la clasificación a la final. Y Perú entró demasiado confiado a la cancha, con displicencia y a los 10 minutos un autogol de Meléndez puso a Brasil adelante en el marcador. Eso parece que bajó anímicamente al equipo y no atinaban a nada. Fue sin duda, el partido más bajo de Perú en el torneo. Y para el segundo tiempo, parece que la consigna de Perú era aguantar el 0-1, para así clasificar por diferencia de goles. Y a los 16 minutos del segundo tiempo un zapatazo de Campos puso el 2-0 y enmudeció el estadio. Perú era un pálido reflejo de lo que fue en Belho Horizonte y nuevamente, comenzó a aguantar el 0-2 para no recibir un tercer gol que significaría la clasificación de Brasil y la eliminación de Perú. Y por momentos, Brasil estuvo más cerca del tercer gol que Perú del descuento. Y así acabó el partido, Brasil 2, Perú 0. Y no estaba estipulado un partido de desempate –que honestamente hubiera sido lo más justo-, sino que la clasificación se decidiría por un sorteo. Voy a ser sincero, fue tanta la decepción que sentí, que me llegó altamente cualquier cosa que tuviera que ver con el fútbol ese día y ni escuché radio. En eso en la noche, estando en mi casa, me pareció raro escuchar en la calle bocinazos y carros que salían en caravana. De inmediato, prendí la radio y la TV y allí supe la noticia que me enteraría en ese momento. Se había realizado el sorteo y Perú había logrado clasificar al salir la bolita que contenía el nombre de Perú. El sorteo fue trasmitido por radio y la hija de Teófilo Salinas fue la encargada de sacar el papel que contendría el nombre de la selección afortunada. Y salió Perú. Pero hasta ahora, mucho se comenta la historia detrás de ese sorteo. Se comenta que eran unas bolitas que contenían el nombre de las dos selecciones y se rumoreaba que la bolita que contenía el papel con el nombre de Perú había sido puesta en una refrigeradora y se le dio la instrucción a la hija de Salinas de que cuando metiera la mano, sacase la bolita que estaba fría. La típica maña peruana. Pero hasta donde la memoria no me falla, he visto fotos del sorteo y lo que sacó la hija de Salinas fue un papel que se abrió y que contenía el nombre de Perú. Aunque hay también quienes dicen que el papel también podía haberse enfriado ligeramente para diferenciarse del papel que contenía el nombre de Brasil. Cierto o no, la cosa es que Perú disputaría la final ante Colombia, quien había eliminado al campeón vigente, Uruguay.
En el partido de ida en Bogotá, Colombia venció 1-0, en una cancha donde había llovido mucho, y tras un tiro libre, la pelota hizo un extraño y se le escurrió entre las piernas a Sartor. Se notó la ausencia de Cubillas en ese partido pero Colombia ganó justamente ese partido. Luego vendría la revancha en Lima. Perú salió tranquilo sabiendo que eran superiores a los colombianos. Y en el primer tiempo liquidó el partido, con un golazo de taco de Oblitas y un gol de cabeza de Cachito Ramírez. Perú había vencido 2-0 y faltaba el partido de desempate en cancha neutral, que sería en Caracas hace 50 años.
Para ese partido, Perú pudo por fin contar con el “Cholo” Sotil, quien brillaba en el Barcelona, en España. Y Perú salió decidido y con todos sus titulares y fue superior a Colombia y a los 25 minutos, un tiro de Cubillas chocó en un defensa colombiano, y el rebote lo tomó Sotil y de frente pateó al arco y marcó el gol peruano. Ya para el segundo tiempo, Perú manejaría bien el resultado y estuvo a punto de aumentar el marcador, pero Cubillas falló un penal ante Zape, quien le adivinó el tiro. Y así terminó el partido, y por segunda vez en su historia, Perú se coronaba con toda justicia, campeón sudamericano. Recuerdo que en esos momentos, salió la noticia en los días previos al partido de que Sotil iba a nacionalizarse español y que algunos diarios sin argumento alguno decían que por eso el "Cholo" no había venido a jugar la Copa América. Pero el recordado Pocho Rospigliosi, en su programa "Ovación" llamó a Sotil por teléfono para preguntarle si era cierto eso y si vendría a jugar la final. Y el "Cholo", con ese amor que le tenía a la camiseta peruana, le dijo a Pocho que de todas maneras iría a jugar el partido en Caracas para callar esos estúpidos rumores y por más que el Barcelona no le dio permiso, el "Cholo" tomó el avión y se vino y fue su gol el que nos dio el campeonato. Una lección de amor a la camiseta que deberían aprender tantas seudoestrellas que creen que porque juegan afuera, les hacen un favor viniendo a jugar por la selección y vienen a relajarse y ni se esfuerzan, y encima creen que la selección es motivo para juerguearse duro y levantarse mujeres.
Este fue el logro de una generación brillante de futbolistas, que en esa década del 70 darían grandes satisfacciones a la afición. A nivel sudamericano, fue el mayor logro alcanzado por nuestra selección y que no volvería a repetirse en los años posteriores y hasta la actualidad. Por eso, hoy 50 años después, quisimos evocar esa meritoria y brillante campaña peruana en 1975, cuando obtuvieron la Copa América. Y a Dios gracias, pude vivir ese momento y disfrutar con harta emoción cuando el árbitro hizo sonar el pitazo final y poder gritar a todo pulmón y con razón: ¡¡PERU CAMPEON!!


























