Un día 24 de Mayo de 1972, hace 50 años, la U llegó a consagrarse Subcampeón en la Copa Libertadores. Hace trece años escribí este post, apenas a una semana de crear el blog y siempre es bueno actualizarlo y publicarlo con fecha presente. Como señalé en aquella ocasión, soy hincha de la U desde pequeño. Recuerdo que a la edad de 6 años, mi padre me llevó por primera vez al Estadio Nacional, cuando vivíamos en Jr. Huancayo 177, a media cuadra de Wilson, y estábamos relativamente cerca al Estadio. Mi padre era chalaco de nacimiento, pero crema de corazón, y por ende, inculcó en su primer hijo su afición por la crema. Recuerdo que ese primer partido fue por el Torneo Descentralizado, y si no me equivoco, fue ante el KDT y ganó la U por goleada. En ese momento, me gustó ir con mi padre al estadio y comenzamos a tener esa costumbre de ir a ver a la U con cierta frecuencia y así me fui haciendo hincha crema. Años más tarde, al terminar 1971, la U alcanzaba el título nacional -Alianza fue subcampeón- y una vez más, jugaría la Copa Libertadores en 1972.
Era 1972 y el que escribe tenía nueve años de edad y estaba en Tercero de Primaria, pero me acuerdo como si fuera ayer. En la primera fase, nos tocó en el grupo 4 con los equipos chilenos, San Felipe y la U de Chile, campeón y subcampeón, respectivamente. Recordemos que en esas épocas, eran solamente cinco grupos de cuatro equipos -campeones y subcampeones de dos países- y clasificaba el primero de cada grupo. Los equipos peruanos contaban con buenos elencos. La U tenía la base de la selección de ese entonces y Alianza contaba con Teófilo Cubillas y César Cueto. Un 25 de febrero de 1972 arrancó la Copa Libertadores para los peruanos, con un triunfo crema por 2-1 con goles de Percy Rojas y "Cachito" Ramírez -el verdadero "Cachito". De allí los siguientes partidos de la U fueron en Chile y consiguieron resultados diversos: perdieron 0-1 ante la U de Chile en un partido bastante áspero y duro -Angel Uribe fue expulsado-, y por otro lado, ganaron 3-1 al San Felipe, donde dieron una lección de fútbol dinámico y efectivo, con dos goles de Hector Bailetti y uno de Percy Rojas. Luego vinieron los partidos de vuelta, y en mi opinión, el siguiente partido fue determinante para las aspiraciones cremas.
La tabla estaba disputada y era vital no perder puntos. Fue el clásico U - Alianza y aunque soy crema de corazón, pero debo reconocer que Alianza comenzó jugando muy bien y supo neutralizar los ataques cremas y en el primer tiempo Cubillas abrió la cuenta. Confieso que comencé a preocuparme en ese momento. La U atacaba desordenadamente y no llegaba al arco aliancista, el cual se encontraba protegido por una joven revelación de apellido Ponce, que había brillado en los partidos que Alianza jugó en Santiago y ahora ante la U era una muralla impenetrable. Era la figura de la cancha y la desesperación de los delanteros cremas se hacía cada vez más notoria. Y lo peor para los hinchas cremas era que Alianza seguía jugando bien y llegaba con más peligro. Hasta que a mediados del segundo tiempo, Cubillas colocó un pelotazo lejos del alcance de H.H. Ballesteros y anotaba el segundo gol íntimo. En ese momento, de puro amargo, me paré y me fui a mi cuarto a acostarme porque con esa derrota, Alianza alcanzaba la punta y era el favorito a ganar el grupo. Pero, a veces la suerte juega de manera inmerecida en favor de unos y en forma injusta contra otros. En una jugada trabada, se lesionó el arquero Ponce, y no pudo seguir en el partido. En ese momento se le apareció la virgen a los cremas, porque entró el arquero suplente aliancista de apellido Salinas, quien era una soberana madre en el arco. Y la U se fue con todo, y con dos goles de Percy Rojas -uno de ellos chorreadazo por falla de Salinas que terminó gateando en el cesped- logró el 2-2 faltando cinco minutos. No está demás decir que al escuchar desde mi cuarto la lesión de Ponce, de inmediato me paré de mi cama y regresé a la sala a ver el partido y a gritar el empate crema, que le devolvía la vida a la U. Voy a ser honesto, Alianza mereció ganar ese partido, pero los partidos se ganan, no se merecen y esa vez la suerte jugó a favor de la U. El siguiente partido fue ante San Felipe en Lima y el score acabó 0-0, desperdiciando la chance quedar solo en el primer lugar del grupo. Ya Alianza la había ganado 1-0 a San Felipe y con el empate crema alcanzaron en la punta a la U. Y vino otro partido que jugó a favor de los cremas. Jugaban Alianza contra la U de Chile y ya en Santiago había ganado Alianza 3-2, y era el claro favorito. Si ganaba, se afirmaba en la punta. Pero se dio lo inesperado. La U de Chile le ganó a Alianza 4-3 con una desastrosa actuación de Ponce, quien regaló goles en forma inexplicable y que significó su partida futbolística de defunción, porque después de allí, nunca más se supo de él. Solamente quedaba el último partido entre las 2 U, la U peruana y la U de Chile. Tanto Alianza, la U y la U de Chile estaban igualados con 6 puntos y si la U ganaba pasaba a la siguiente ronda. Un 26 de marzo, se cerraba la primera ronda de la Copa Libertadores para el Grupo 4. La U salió con todo y fue un total vendaval y se pasó por encima a la U de Chile y en los primeros 45 minutos liquidaron al rival con goles de Cachito Ramírez y Percy Rojas. Luego vendría el descuento chileno, pero no amenazaría el dominio crema y finalmente el partido culminó 2-1 a favor de los cremas y la U pasaba a semifinales, una vez más.
El 25 de abril la U enfrentó nuevamente al Nacional y ese noche hubo problemas con la transmisión y no se vieron las imágenes y solo se escuchaba la voz de Humberto Martínez Morosini narrando el partido y generando que estuviésemos escuchando el partido pegados frente al televisor. Comenzó ganando Nacional 1-0, pero la U a los pocos minutos igualó con gol de Cachito Ramírez. Y minutos después, se dio una jugada que en mi opinión fue clave para el resultado final. Penal cobrado a favor de Nacional, y lo ejecutó Luis Cubilla y Ballesteros se convirtió en el héroe crema al atajar una y otra vez el penal uruguayo. Esa inyección anímica permitió que la U marcara el segundo gol por intermedio de Cachito Ramírez y comenzando el segundo tiempo, una vez más Cachito se consagrara logrando un triplete. Poco después Nacional descontaría y faltando poco para que culmine el partido, Nacional con tiro penal, igualó 3-3. Un buen resultado para la visita y faltaba el partido ante Peñarol. El sábado 29 de abril del 72, la U sacó otro punto valioso empatando 1-1 ante Peñarol, en un partido muy parejo, con gol de Percy Vílchez, quien fue expulsado injustamente por el árbitro. Quedaba el último partido entre los dos equipos uruguayos. La U y Peñarol estaban igualados en 4 puntos -la U tenía + 2 de diferencia de goles y Peñarol tenía + 1- y Nacional tenía 2 puntos con una diferencia de goles de - 3. Un triunfo o un simple empate de Peñarol lo clasificaba a la final, y si Nacional pretendía clasificar debía golear por 5-0. La U esperaba en balcón y habiendo visto el nivel de los tres equipos, Peñarol era el claro favorito. Recuerdo que con mis amigos del colegio coincidíamos en que Peñarol pasaría porque Nacional lo iba a ayudar por ser ambos del mismo país, y que al menos la U había hecho una muy buena campaña en la Copa. ¡Cuan equivocados estuvimos! Aunque no trasmitieron ese partido, se escuchó por radio. Nacional había salido con todo a arrasar a su clásico rival, y ese 3 de mayo de 1972 quedó en clara evidencia la enorme rivalidad entre Nacional y Peñarol. Nacional ganó ese partido 3-0 y se perdió dos penales que hubiesen significado su pase a la final. Al terminar el partido, el Centenario de Montevideo terminó en silencio. El resultado entre Peñarol y Nacional motivó una declaración del presidente de Uruguay, Juan María Bordaberry, quien comentó que “esta es una demostración de cómo es el fútbol en el Uruguay”. Bordaberry era hincha de Wanderers. Los dos equipos uruguayos se habían eliminado entre sí y quien había pasado a la final, por primera vez en su historia era Universitario de Deportes, en una campaña más que meritoria.
El rival a enfrentar fue Independiente de Argentina, ya dos veces campeón de la Copa Libertadores en la década del 60, y con figuras como el arquero Santoro, Pavoni y el "Pato" Pastoriza. Pero en ese momento, se presentó un dilema para el técnico Roberto Scarone. La gira de la selección había terminado -con resultados más negativos que positivos- y los cinco titulares de la U ya estaban de vuelta en el equipo. La pregunta era, ¿con quién jugar los partidos de la final? ¿Con los titulares que destacaron en la primera ronda ante los equipos chilenos? ¿O con los suplentes que habían logrado la clasificación a la final? Menudo dilema, porque si se elegía lo segundo y si el resultado no era favorable, lo primero que dirían sería, ¿por qué no se puso a los titulares? Y finalmente Scarone optó por los titulares.
Hace 50 años, medio siglo, un equipo peruano logró por primera vez llegar a disputar una final de la Copa Libertadores y fue el primer equipo del Pacífico en alcanzar ese logro. Quedará en el hincha crema de ese entonces la duda de qué hubiera sucedido si hubiesen jugado los suplentes, y si el resultado hubiera sido otro. Nunca lo sabremos porque sería entrar solamente en especulaciones y conjeturas. En el momento, el técnico confió en la experiencia y era poco concebible dejar en la banca a Chumpitaz, Percy Rojas y Juan José Muñante, titulares indiscutibles en la U. Desafortunadamente, no alcanzó para conseguir el título, pero eso no enerva para nada el enorme e indiscutible mérito de la U, que llegó a la final, dejando en el camino a dos poderosos y coperos equipos uruguayos como Peñarol y Nacional. Después de esta gran campaña, la U ya no volvió a repetir faenas similares y en 1975 -tras dejar en la primera ronda a Peñarol y Wanderers- estuvo a punto de volver a jugar una final -que hubiera sido de nuevo ante Independiente- pero perdió esa posibilidad empatando en Lima ante Unión Española de Chile al igualar 1-1, cuando un triunfo era suficiente. Pero queda en el recuerdo de los que vivimos esa campaña en 1972, de cómo superando las adversidades y los pronósticos negativos adelantados, a punta de coraje y pundonor, llegaron a convertirse en Subcampeones de América.