Sinceramente, tenía ya pensado escribir un nuevo post sobre Frida en octubre cuando cumpliera 15 años de vida. Pero lamentablemente, el destino decidió algo completamente distinto. El pasado jueves 5 de junio, mi querida hijita peluda Frida cruzó el arco iris y nos dejaba a los 14 años, 7 meses y 13 días. Sobre este tema, hablaré más adelante, pero ha sido un mes muy duro y su ausencia ha sido evidente en la casa, ya que todos los lugares de la casa me recuerdan a ella. Y es por ello que el día de hoy, 5 de julio, al cumplirse el primer mes de su partida, he querido escribir y publicar este quinto y último post de Frida, a modo de episodio final de la hermosa historia de Frida, complementado con los anteriores cuatro posts que le dediqué en el blog. No es mi intención repetir y redundar en detalle lo que escribí en ese cuarteto de posts. Pero de manera muy breve y resumida, el primer post de octubre del 2011 fue cuando cumplió su primer añito de vida, en donde describí lo que le tocó padecer a Frida en lo referente a su salud y lo difícil que fue lidiar con ella en casa como cachorrita y educarla (http://royaltrilogy.blogspot.pe/2011/10/frida-el-primer-ano.html). El segundo post fue en el 2015 cuando cumplió cinco años, en donde conté cómo fue evolucionando y a nivel personal, cómo a partir del 2014, cuando pasé a trabajar desde mi casa, comencé a pasar mucho más tiempo con ella, y al verme mucho más seguido en la casa, se acostumbró a mi presencia, compenetrándome mucho con ella (https://royaltrilogy.blogspot.com/2015/10/frida-cinco-anos.html). Luego vino el tercer post en el 2021 cuando cumplió 11 años, en donde muchas cosas sucedieron en casa con situaciones límites y muy duras -dos grandes pérdidas-, que generaron cambios en nuestras vidas, y como su presencia fue fundamental e importantísima (https://royaltrilogy.blogspot.com/2021/10/frida-once-anos.html). Y finalmente, el cuarto post fue en el 2012 cuando cumplió 12 años (https://royaltrilogy.blogspot.com/2022/10/frida-12-anos.html).
Durante los años 2023 y 2024, para su edad avanzada, a Dios
gracias Frida estaba bien de salud y de manera controlada y sobre todo, bien
alimentada. Ya estaba viejita pero su ánimo y entusiasmo no lo perdía, ya que
siempre la sacaban al parque dos veces al día y media hora antes de que le sirviese
su comida, se paraba y me miraba como diciéndome ‘¿Qué esperas para servirme?’,
y hasta me ladraba. Y también ya tenía su ‘hermanito menor’, que era Choco,
el perrito de Sandra, la linda pareja de David. Siempre los sacaban a ambos al
parque y ya se habían acostumbrado el uno a la presencia del otro. Habiendo
sido Frida una perrita bien territorial y recontra celosa, se acostumbró a
Chokito. Y cuando desde agosto del 2024, Sandrita se vino a vivir con nosotros,
y Choco pasó a ser nuevo habitante de la casa, ambos se acompañaban. Incluso
uno podía dejarlos solos en casa y no pasaba nada.
En este 2025, las cosas comenzaron a cambiar y poco a poco,
se veían algunas cosas propias de su edad. Por ejemplo, ya le costaba subir
escaleras y cuando la sacaban al parque, tanto David como Sandra, la cargaban
para subir, y algunos meses después, comenzó a sentirse insegura para bajar las
escaleras, y también la cargaban para bajar. Y otra cosa era que cuando estaba
en su camita, se paraba normal y sin problemas, pero cuando estaba echada en el
piso, como era de parket, le costaba y había que ayudarla a levantar. Lo bueno
es que ella avisaba con sus ladridos y era la señal que había que ayudarla a
levantarse. Por lo demás, estaba bien de ánimo y comía como siempre y cuando caminaba,
lo hacía normal. Hasta allí, la cosa era controlable.
Lamentablemente, a partir del domingo 1° de Julio, su avanzada edad comenzó a manifestarse de manera muy marcada y evidente, y hasta cierto punto, cruel. No comía -algo raro siendo ella una perrita recontra tragona-, ni tomaba líquido, y lo poco que ingería lo devolvía, y le costaba levantarse incluso con ayuda. Incluso esa noche en casa, por primera vez comenzamos a considerar la alternativa de que descansara, si se ponía peor. El lunes 2 la llevaron al veterinario y el doctor la vio débil y le pusieron un par de inyecciones -un relajante y un protector hepático. Ese día 2 estuvo casi todo el día durmiendo -quizás debido al relajante-, y aparentemente el martes 3 estaba un poco mejor, pero en la noche devolvió lo poco que comió. El miércoles 4 nuevamente volvió a estar postrada en su cama y no había ingerido líquido desde el domingo, y llamamos al veterinario, explicando lo que pasaba. Nos dijeron era que estaba deshidratada, y recomendó que le dieran suero líquido, aunque sea con una jeringa. En la noche, hicimos eso, pero a los pocos minutos, devolvió el suero que había ingerido. Eso era una muy mala señal y a la mañana siguiente del jueves 5, con mucho dolor, David y yo tomamos la decisión de que no era justo que estuviera sufriendo de esa manera y que ya era momento que descansara. Coordinamos con la veterinaria y al mediodía, fuimos con ella para proceder a su descanso final. Y hasta su último suspiro, David y yo estuvimos a su lado haciéndole cariño, para que al menos, se fuera de este mundo recibiendo todo el amor y cariño que se le dio en vida. Fue un momento demasiado duro y doloroso, pero era mejor que se fuera tranquilita y en paz, y no sufriendo. Luego coordiné lo referente a la cremación y al día siguiente, nos entregaron su urnita, que estuvo muy linda con una foto muy bella de ella. Y allí la tenemos en casa, al lado de la urna de su mamá y junto con su Tata.
Por encima de la tristeza por su partida, también tengo un inmenso
y absoluto agradecimiento por el largo tiempo que nos acompañó -14 años y 6
meses desde que llegó a casa-, y sobre todo, en las dos durísimas pérdidas
que tuvimos en nuestra familia -mi suegro en el 2017 y mi amada esposa en el
2020-, y en las que su compañía fue invalorable e importantísima para
nosotros. Nos regaló su cariño sincero, su lealtad y su amor incondicional. Fue
parte importante de nuestra familia y de nuestras vidas. Y en lo personal,
nunca antes me sentí tan compenetrado con un animalito como lo fue con Frida.
Ella era mi compañerita en mis mañanas de trabajo en casa y siempre me buscaba
para jugar con su pelota, Y también me acompañaba echándose a mi costado cuando
tomaba desayuno o almorzaba, porque sabía que siempre le caía algo. Nunca tuve
ni tendré un perrito como lo que fue mi hijita peluda Frida.
Querida Fridita, siempre estarás en un lugar muy especial de mi corazón, y te extraño muchísimo. Realmente cumpliste con creces su misión.