ECUADOR. Tierra de mi abuelo, Samuel Guadalupe, a quien mi padre jamás llegó a conocer. De niño escuchaba historias de Ecuador y sus costumbres, y recuerdo que a mi padre le gustaba escuchar en la casa los pasillos, música típica del Ecuador.
La primera vez que pisé tierra ecuatoriana fue en 1976 -a la edad de 13 años-, cuando tras un viaje a Chiclayo con mi familia -mis padres y mi hermano-, nos fuimos hasta Tumbes, para al día siguiente cruzar la frontera y entrar a Ecuador e ir a Huaquillas, con el fin de hacer algunas compras. Recuerdo que me comp ré -o mejor dicho, me compraron- unos 3 cassettes en blanco para grabar mis canciones favoritas del momento. Habremos estado un par de horas y luego regresamos a Tumbes para volver de inmediato a Chiclayo. Eso fue todo lo que conocí en tierras ecuatorianas. En los 80's tuve una serie de sentimientos encontrados, ya que por un lado era la tierra de mis antepasados por el ala paterna de mi padre, y siempre sentí intriga en saber algo más de mi abuelo pero por el hecho de haber fallecido en circunstancias muy misteriosas en 1927, meses antes de nacer mi padre, fue muy poco lo que se supo de él y sobretodo de su familia en el Ecuador. Mi abuela, quien vivió 101 años hasta 1994, muy poca información nos soltó a mi hermano y a mí, y la única hermana de mi padre, mi tía Elba, quien vive en USA desde hace más de 50 años, las pocas veces que mi hermano Alex y yo le preguntamos por la familia del abuelo, nos respondía que no sabía nada porque también en 1927 ella era una bebé que no llegaba a los 2 años. Y por otro lado, voy a ser sincero, con los problemas limítrofes que hubieron entre dos países hermanos, que hasta se llegó a recurrir a la fuerza y a la guerra, llegué a sentir indiferencia, desinterés y hasta cierta antipatía por todo lo que estuviera relacionado con el país del norte, porque además, tenía la convicción que allá odiaban a los peruanos. Cosas de uno cuando era más joven y andaba en la base 2.
Con los años, uno va calmando sus ímpetus y la antipatía se convirtió en desinterés. Si algún día tendría la oportunidad de viajar, antes de irme a Ecuador, prefería visitar y conocer otros países como Chile, Argentina, Colombia o Uruguay. Digamos que Ecuador no estaba en mi lista de espera. Cuando el año pasado viajé en noviembre a Santiago de Chile con mi esposa al concierto de QUEEN + Paul Rodgers, me regresé encantado de Chile y su gente, e incluso, en mi deseo prefería regresar a Chile antes que viajar y conocer Ecuador. Pero esta situación se mantendría por poco tiempo. Por mi hermano Alex, quien había viajado varias veces a Ecuador por temas de trabajo, tanto a Quito como Guayaquil, supe que este país tenía sus atractivos y que la gente era tranquila y amable -un estereotipo que también pensaba de la gente chilena hacia el Perú, y que en mi viaje comprobé todo lo contrario. Y un 13 de agosto, recibí un e-mail de mi hermano Alex, en donde entre varias cosas, me comentaba que para el mes de setiembre, por cuestión de trabajo, relacionado al evento de la premiación "EXITO AWARDS 2008", organizada por la empresa donde mi hermano trabaja -relacionada también a la empresa donde trabajo- se tenía proyectado hacer algunos viajes a Bolivia, Colombia y Ecuador, y me pidió que lo acompañara en su viaje a la ciudad de Quito, Ecuador, para apoyarlo en los temas vinculados al trabajo y a los objetivos fijados para el viaje. Fue algo inesperado para mí, pero muy interesante y atractivo, el poder conocer un país hermano, y que además, era la tierra de mi abuelo. Además, el viaje, el alojamiento y la alimentación correrían a cargo de la empresa. Viajaríamos el jueves 10 de setiembre y estaríamos 4 días y estaríamos regresando a Lima el domingo 13. Era mi segundo viaje a lo largo de mis 46 años y volvería a viajar junto con mi hermano Alex, luego de 33 años, justo desde esa vez que viajamos a Chiclayo y donde llegamos a Huaquillas. Esta vez, llegaría a la capital, QUITO.
Un tema que fue nuevo para mí fue la altura. Voy a ser sincero, era la primera vez que visitaba una ciudad de altura. Sí, no conozco ni Cusco, ni Arequipa ni Huaraz, ciudades de altura en el Perú. Y pude constatar que la altura no es ningún mito, es algo real que hay manejarlo con prudencia. En más de una ocasión sentí el efecto, sobretodo cuando subía escaleras o cuando pensando que estaba en Lima, caminaba un poco más rápido de la cuenta y sentía por momentos que me faltaba un poco el aire y que me agitaba ligeramente. Otro efecto generado por la altura es la de tener los labios partidos, algo que me sucedió a partir del último día y fue bravo, sobretodo cuando en el desayuno del domingo, tomé jugo de naranja y me hizo saltar de dolor.
Ya para el domingo pude tomarme una foto con el Estadio "Atahualpa" de fondo. De adolescente y más joven, siempre tuve conocimiento de este estadio por partidos de Copa Libertadores, Eliminatorias de Mundial y como estaba cerca de un centro comercial donde fuimos a almorzar el domingo, no desaproveché la oportunidad de tomarme una foto como recuerdo de haber pasado por allí.
Ya el domingo partimos de Quito a las 6:30 pm con la satisfacción de haber pasado 4 días estupendos. El vuelo de regreso fue bien pesado por motivos del clima y en más de una ocasión hubieron turbulencias que generaron más de una mirada de preocupación. Felizmente, el tiempo pasó rápido y a las 8:40 pm ya estábamos de vuelta por Lima.
Finalmente, algo que realmente me encantó fue el trato de la gente. El ecuatoriano promedio es muy amable, gentil y tranquilo, no le gusta meterse en problemas, y eso lo pude constatar en todo lugar a donde iba. Una vez más, quedaba de lado un prejuicio o idea tonta de creer que los ecuatorianos son hostiles con los peruanos. Me fui encantado con la calidez de su gente y la ciudad tenía su encanto y sus lugares atractivos. En resumen, fue una maravillosa experiencia el haber conocido la ciudad de Quito y haber disfrutado los 4 días que estuve allí. Y lo mejor de todo fue que este viaje fue el preludio para otro viaje que en dos semanas haríamos a la ciudad de Bogotá, Colombia, el cual será objeto de otro post en el blog.
GRACIAS QUITO POR SU HOSPITALIDAD, AMABILIDAD Y CALIDEZ! Me encantó la ciudad y la pasé super bien durante esos 4 días.
Maestro un buen post , y si los monitos son buena gente , al igual q tu , yo sentia un tipo de rechazo por la guerra del 95 , y bueno eso cambio cuando me mude a USA conoci muchos ecuatorianos re buena gente , y tanto es asi q ahora estoy saliendo con una ecuatoriana , es de guayaquil y es re linda y re buena gente , de verdad q me cambio totalmente el concepto erroneo q tenia de los ecuatorianos, y lo mejor es q ella no se molesta cuando le digo "MI MONITA BLANCA" ni a mi me molesta cuando me decie "MI GALLINITA TIERNA" de verdad es gente re amable espero algun dia conocer ecuador , la verdad q si conosco pero no me acuerdo muiy bien ya q era muy chico cuando fui ... bueno maestro un abrazo y una vez mas gracias por entretenernos con este blog de verdad es divertido
ResponderEliminarNANO
NYC
Mi estimado Nano, muchas gracias por tu comentario en este post y por tus palabras.
ResponderEliminarSin duda, la gente de Quito fue super cálida y realmente los 3 días que pasé allí fueron estupendos. Para nada, había siquiera una sensación de incomodidad, en lo absoluto. En la calle, la gente super atenta y eso me encantó.
Un gran abrazo a la distancia.
LUCHO
Bonita experiencia. Recordemos que cada país nos dará algo diferente, unos nos pueden sorprender con su naturaleza o con la cultura de su pueblo, otros nos permiten aprender con el arte, la historia, sus ruinas… en otras ocasiones el país lo puede reunir todo, pero lo más importante es saber valorar los pequeños y grandes detalles únicos e irrepetibles especialmente vitales y e inolvidables como la sencillez de la alegría, al valorar la música, el baile, el disfrute de vivir, la compañía… Todo lo que “traes” de un viaje, todo lo vivido cuenta como parte de tu existencia.
ResponderEliminarFuente: galapagos island diving
Hola Breismar. Muchas gracias por comentar.
EliminarConcuerdo con cada una de tus palabras al 100 %. Un viaje es algo más que especial porque uno descubre nuevas culturas y otras realidades.
Un abrazo.
LUCHO
Hola Wilmarys. Muchas gracias por comentar.
ResponderEliminarDefinitivamente, las veces que he viajado, he tomado fotos para que sirvan de recuerdo de un momento especial, no para que lo reemplace. Eso siempre lo he tenido bien claro. Y en este viaje a Quito, fue así.
Un abrazo.
LUCHO