No
estaba entre mis planes escribir este post, pero al final me animé a hacerlo como
una forma de recordar uno de los goles más emocionantes que me ha tocado vivir.
Es más, se trata del gol que más he gritado y que más me ha hecho vibrar por un
equipo o selección distinta a la de mi país, PERU. Me estoy refiriendo al gol
del colombiano Freddy Rincón en el partido entre Colombia y Alemania en el grupo
D del mundial de Italia 90, que culminó 1-1. Sobre el gol y el partido
hablaremos luego. Anteriormente a ello, en la década del 70, nunca grité a todo
pulmón un gol que no fuera peruano. A lo más, me podía hacer sentir contento,
pero nada más. Sin embargo, en la década del 80, lo hice en dos oportunidades:
en 1982 con el golazo de Falcao ante Italia en el mundial de España 82 con el
que empataba transitoriamente 2-2; y en 1986 con el gol de Burruchaga en la
final de México 86 entre Argentina y Alemania. Los grité como si hubieran sido
goles peruanos, pero esto quedaría superado el día martes 19 de Junio de 1990.
Es
bueno señalar que en ese año 1990 teníamos en nuestro país una situación que ya
venía dándose desde hacía algunos meses, y que padecíamos los limeños: el racionamiento de energía eléctrica. Y
ese racionamiento normalmente duraba de 9 am hasta las 6 pm, aproximadamente. Y
encima para mala suerte mía, en mi recordada casa en Lince, la luz se iba por
casi todo el día por ese bendito racionamiento. Recuerdo mucho que con mi primo
Aldo nos rompíamos la cabeza para ver cómo hacíamos, ya que en su casa –que estaba a media cuadra de la mía-,
tampoco había luz. El mundial de Italia 90 se venía y no íbamos a dejar de ver
los partidos. Y en eso, se nos apareció la vírgen. Para suerte nuestra,
supimos que en la casa de nuestra tía Nena –hermana
de la mamá de mi primo y prima hermana de mi padre- había luz todo el día.
Ese mes que duró el mundial, la gran mayoría de partidos lo vimos allí y mi tía
estaba feliz de que la visitáramos, con excepción de los sábados y domingos, en
que normalmente había luz en las casas. Nos íbamos para su casa, mi primo Aldo,
mi tía Carmela –su mamá- y quien
escribe, tres fanáticos del fútbol.
En el
grupo D, que estaba integrado por Alemania, Yugoslavia, Colombia y Emiratos
Arabes Unidos, la cosa se puso de candela para la tercera y última fecha. Alemania
tenía 4 puntos, Yugoslavia y Colombia estaban con 2 puntos y Emiratos Arabes
Unidos con cero puntos. Yugoslavia enfrentaba a Emiratos Arabes Unidos y simultáneamente
Alemania a Colombia. Colombia necesitaba no perder ante los teutones, para al
menos terminar como uno de los mejores terceros. Y francamente ese fue uno de
los mejores partidos del mundial donde ambos equipos dieron lo mejor de sí en
el campo. Colombia le perdió el respeto a Alemania y le jugó de igual a igual,
y estando cerca de abrir el marcador. Pero faltando solo dos minutos para el
final del encuentro y en una muy buena jugada alemana, Littbarski consiguió el
gol que le daba el triunfo a Alemania. En ese instante, recuerdo que con mi
primo Aldo nos dio una mezcla de rabia y pena, porque Colombia no merecía irse
de perdedor en ese partido, y hasta había hecho méritos para ganar el partido. La
única feliz era mi tía Carmela, que era hincha de los alemanes. Pero así es el
futbol, los partidos se ganan y no se merecen, y con esa derrota prácticamente Colombia
se despedía del mundial.
Faltaban pocos minutos para que acabara el partido,
más algunos minutos de descuento que daría el árbitro. Colombia no bajaba los
brazos pero parecía una tarea más que imposible. Y en el minuto 47, cuando ya
la esperanza iba desapareciendo, un magistral pase como dado con la mano del
“Pibe” Valderrama hacia el ala derecha, habilitó a Rincón, quien comenzó a
correr y generó que nos paráramos de nuestros asientos, y estando solo frente
al arquero alemán metió un patadón que se le metió entre las piernas al arquero
y logrando el 1-1 que parecía algo imposible. Voy a ser totalmente sincero, de
todos los goles no hechos por la selección peruana o por un equipo peruano,
este ha sido el gol que más he gritado en mi vida y lo grité con toda la emoción
posible hasta quedarme ronco porque se hacía justicia. Con mi primo nos
abrazábamos como si hubiera sido Perú el que hubiera anotado un gol y la
euforia nos duró un muy prolongado rato, y durante el día y toda esa semana fue
el obligado tema de conversación. Se veía a la gente contenta con el empate de
Colombia. Y si así nos sentimos nosotros, me emociona bastante el saber cómo lo
vivieron los hermanos colombianos y para suerte, en Youtube encontré una
narración de un locutor colombiano y francamente es imposible no emocionarse de
nuevo.
Después
de este empate heroico, Colombia clasificaría a Octavos de Final como uno de
los mejores terceros, pero en Octavos sería derrotado por Camerún por 2-1. Un
cuarto de siglo ha transcurrido y en ese lapso, no ha habido ningún gol que
haya llegado a igualar o superar en emoción, a lo que experimenté de manera
indescriptible con ese gol colombiano a Alemania. Y francamente, me sigue
emocionando cuando veo este gol de Colombia, país por el cual guardo un enorme
cariño.
Ese fue un golazo, pero el que se quedo en mir retina fue el de Branco con el que Brasil eliminó a Holanda en 1994, en este caso la pelota no pidió permiso como en el gol de Rincón sino que se abrió paso entre los jugadores por la potencia que le puso el brasileño.
ResponderEliminarHola mi estimado Elmo. Muchas gracias por tu comentario.
EliminarAsí es, el de Rincón fue un golazo, desde la triangulación en el medio de la cancha. El de Branco fue un patadón con toda la fuerza del mundo, cuando se le venía la noche a Brasil tras ser empatado 2-2 y Holanda dominaba el juego. Gran recuerdo.
Un abrazo.
LUCHO